sábado, 11 de mayo de 2013

Perdida en la oscuridad


Dormía. Y entonces, abrió los ojos. De repente. Asustada. Se sentía desorientada. Desubicada. No sabía dónde estaba ni como había llegado hasta allí. Solo veía oscuridad. Una oscuridad extraña. Desconocida. Inquietante. Sintió bajo su cuerpo el suelo frío y duro. Estaba tumbada boca abajo, con la cara pegada al suelo y los brazos doblados, rodeando su cabeza. Intentó incorporarse, pero no pudo. Como si la fuerza de la gravedad ejerciera un extraño efecto. En la planta de los pies, sentía una suavidad y calidez desconcertante. La situación, era perturbadora, y con sus sentidos todavía adormecidos, aterradora. Su respiración se iba acelerando y los latidos de su corazón retumbaban en sus oídos. No podía moverse. Su mente intentó buscar mil explicaciones, pero apenas podía encontrar una. Quizá la habían secuestrado, ¿pero cuándo?, ¿por qué? O quizá, los extraterrestres…No… ¡Qué absurdo!
Sus sentidos se iban despejando poco a poco, pero todavía estaban algo “entumecidos”, quería gritar, pero no sabía si sería conveniente, así que, lágrimas de angustia comenzaron a resbalar por su rostro. Un sonido cercano llegó hasta sus oídos, como de ropa en movimiento, alguien que se movía y tosía. La angustia fue creciendo. No estaba sola. Alguien la observaba en la oscuridad. La acompañaba. Y estaba ahí, en silencio, sin decir nada. ¿Quién sería? Se formó un nudo en su garganta. Finalmente se decidió, valientemente preguntó:
-¿Quién está ahí?.-su voz tenía un deje de histeria.
Su acompañante se removió.
-¿Qué pasa?.-su voz sonaba somnolienta.
La luz se encendió, los ojos de ella tardaron en acostumbrarse a tanta luminosidad. Mientras la conocida voz de su acompañante decía:
-¿Qué haces de pie encima de la cama?

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